viernes

Fin y principio


a Claudia y a mis hijos, ardiente paciencia

a Osvaldo y a José David, hermanos

a Roberto Z.


Viajero: si navegando por la red has llegado hasta aquí te recomiendo empezar la lectura desde la primera de las 68 entradas. A tu derecha se encuentra la barra de navegación: en junio, ahí está la entrega inicial  'Aún no iniciaba la primavera...'. Para ir leyendo de manera cronológica basta con hacer click en 'Entrada más reciente' en la parte inferior izquierda de cada post.

Bienvenido al diario de la estación más larga e intensa de este año.


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Colofón



¿Qué sentí esa noche cuando en uno de los monitores de la sala de prensa del PRI el consejero presidente del IFE dio a conocer, con un porcentaje mínimo de casillas computadas, que el ganador era Enrique Peña Nieto? Aún no lo sé del todo. En cuanto el gris funcionario dio la noticia, que para algunos no iba a ser noticia aunque no de una manera tan inmediata, los reporteros pagados aplaudieron y de inmediato mandaron nota a sus portales y apuntaron vivas en sus páginas de Facebook.

Yo, que nunca había vivido una campaña presidencial y que vi de lo que se trataba la del candidato del PRI, de lo que él estaba hecho, me sumí en un extraño desasosiego. Su aburrido festejo ahí en el CEN, sin las fuerzas vivas de antaño y sin tumultos de celebración genuina a las afueras del partido, eran tan sólo la confirmación de que aquel triunfo, de aquella restauración, no era de muchos sino de unos cuantos.

Nací en el ocaso del sexenio del asesino de Echeverría. Viví en el limbo de los primeros años mientras López Portillo se creyó emperador, actuó como tal y cerró su sexenio de la manera más patética de la que se tenga registro en años recientes. Supe de De la Madrid hasta que la cámaras de televisión lo grabaron caminando atónito por entre las ruinas del terremoto de la Ciudad de México, y de alguna manera me despertó simpatía la figura de Salinas de Gortari pasando las vacaciones de Semana Santa en Agualeguas. La historia, de nuevo, haría el resto.

Vista como el arte de hacer acuerdos en beneficio de una comunidad, la política es maravillosa. En los servicios que uno puede prestar a la patria, aspirar a gobernar y luego hacerlo con ética, honestidad, imaginación y decoro son altas oportunidades para un individuo. Para su historia y la de los suyos.

En México, como en muchos países, la política tiene uno de sus momentos más emblemáticos en las campañas electorales. Como es una campaña, se piensa, será un gobierno. Tal como es el candidato, se cree, será el gobernante. La Historia dice, sin embargo, que esto casi nunca es así. El candidato, hecho gobernante, cambia. Una campaña es un montaje, una escenografía en la que transita una galería de personajes que, no por ser muy literarios, son atractivos. En esa galería desfilan el reportero presuntuoso y comprado, el colaborador siniestro y codicioso del candidato, la bola manipulada y el candidato máquina de promesas que no habrá de cumplir. Esta campaña en México no fue la excepción.

Los candidatos sobreactuados, huecos y repetitivos; los pobres comprados; el derroche de recurso público y la ausencia de mística, si es que alguna vez hubo alguna aquí, fueron las constantes en las campañas de todos los candidatos. En la farsa grandilocuente todos participan, todos quieren su parte y ganancia, todos se mueven con un frenesí ridículo. Por eso lo de la estación perdida. Una campaña, en verdad, por lo menos como se hace aquí, es tiempo perdido para México.

Que ganara el candidato que ganó no es de extrañarse. Tal como se lanza un producto de comida rápida al mercado, así se preparó al que gobernará este país, seguramente con la complacencia -previo acuerdo- de quienes vieron en él la seguridad de preservar sus privilegios. El coctel se consumó con rivales a modo: una mujer que siempre estuvo sola, un hombre que sólo se oye a sí mismo y un patiño. Lo demás era predecible.

A la distancia, ahora veo que el candidato ganador ni siquiera sudó de verdad durante la campaña: lo único que parece haber hecho fue actuar, sonreír, prometer cuanta ocurrencia y evadir debates. Por eso, lo único de veras interesante fue el surgimiento del #132. Lo demás fue lo de siempre.

Así, contrario a lo visto en el pasado, todo indica que el candidato ganador gobernará a la manera como hizo (o le hicieron) la campaña: sonreirá, cautivará a los bobos y a los desposeídos, y tirará el dinero público desde un búnker. Percibo encono en el aire.

Me intriga saber cómo concluirá su mandato.

De vuelta al principio



Estoy sentado en la misma sala en la que abordé el vuelo rumbo al primer mitin de campaña presidencial. Han pasado casi cuatro meses de la elección y me dirijo hacia el estado de aquel evento, Chihuahua. Ese primer acarreo fue en la entrañable Sierra Tarahumara. Ahora me dirijo a la capital para cubrir a Sabina y Serrat.

Me voy de Monterrey con el ya conocido desasosiego por dejar a los míos. Me encuentro con las mismas escenas de bienvenida y despedida en el aeropuerto. Para mí, sin embargo, los viajes son el adiós, no reencuentro. Pasado habla por mí.

Vuelvo a sentir al taciturno y enfadoso compañero que puedo ser cuando viajo en soledad. Vuelvo a sentir el necesario desprendimiento que debe tener uno en los viajes. Si uno intenta apropiarse de lo que mira en su tránsito lo terminará siendo. Yo no nací para ir de un lado a otro sin mapa en mano. Necesito laberinto.

El tiempo avanza con pies de plomo. Nada de lo que veo me hace sentir sereno. Será que me la paso en la contemplación de mí mismo y lo que menos soy es eso: armonía. Intranquilo, presa de todas las dudas, me consumo. Soy un haz de nervios. ¿Así se habrá sentido mamá cuando nos abandonaba a mí y a la Ciudad?

Prefiero no mirar a los ojos. Me evado. Todo el tiempo tengo la urgencia del compromiso y hoy debo tomarme un respiro. Me han dicho que me tome esto como un descanso. Habría que dejar de ser yo entonces, por unos días. Imposible.

Ha sido un año intenso. Un año de estaciones perdidas. Digo perdidas en un sentido literario: sin duda ha habido aprendizajes, pruebas, más triunfos que derrotas, revelaciones y hallazgos, pero creo que los candidatos, los partidos, el país perdieron la oportunidad de reinventarse, reformarse, cambiar el rumbo.

Por lo pronto, no dejo de pensar que mis hijos vivirán por primera vez en un país gobernado por el PRI.

Narcopausa electoral

Esto fue lo que le contesté durante la campaña a Juan Pablo Meneses, antologador de Generación ¡BANG!  Los Nuevos Cronistas del Narco Mexicano, que ya circula en librerías. Agradezco su paciencia infinita.
 

-¿Qué están contando ustedes los cronistas de la guerra del narco que no esté contando el periodismo convencional?

Debo aclarar que no soy un periodista abocado al narcotráfico. A través de la crónica, el perfil, la historia o el reportaje he abordado temas diversos, en contraste con compañeros que sí se han especializado en la violencia. En mi caso personal, no he querido dejar de aportar mi lectura de la época actual, y que no olvidaremos, por lo que eventualmente he publicado materiales al respecto.

Sobre tu pregunta. Algo interesante es que buena parte de los cronistas que hoy cubren la narcoguerra en México vienen, muy recientemente, de fuentes “convencionales”: política, policiaca. Todos debieron aprender el ABC de la cobertura narca y, muchos, perdieron la vida en los primeros años de la violencia precisamente porque no se sabía bien a bien cómo abordar el narcotráfico que hoy conocemos, que cambia vertiginosamente todo el tiempo, ni contaban con protocolos mínimos de seguridad. De alguna manera, muchas veces fatalmente, ellos nos enseñaron lo que se debe y no hacer. Esto no quiere decir, por supuesto, que no sigan las muertes. Quienes más la han pagado, todavía hoy, son los corresponsales en los estados, que no cuentan con el respaldo físico o inmediato de un medio de comunicación. Lo mismo los reporteros de medios pequeños, perdidos en la provincia mexicana y que han sido perseguidos o murieron en la hazaña, porque eso es, de querer contar lo que nadie hace. Por eso, muchos medios locales han tomado la decisión de no publicar nada sobre narcotráfico o únicamente aquello que dé a conocer la autoridad.

Me alejo de tu pregunta: los cronistas de la narcoguerra están contando precisamente la narcoguerra, sus razones, sus intrigas. Sus descomunales anécdotas. No es una élite, sin embargo. Quien así lo crea, se equivoca, se aleja del oficio y cava su tumba, porque la vanagloria distrae. El periodismo que llamamos convencional cumple un cometido y, como sabes, tan loable es su esfuerzo como el de los que narran la violencia. La diferencia es que los que escriben de la narcoguerra no reciben un sencillo desmentido o ven al día siguiente de su nota publicada una fe de erratas en su periódico. A ellos los matan.

Como en otros países, nuestra sociedad, sistemáticamente empobrecida, ha sido penetrada por el narco: es víctima y cómplice, vive o muere por ello. Esto, sin hablar de la impunidad, cáncer de nuestros países. Hacer periodismo, en esas condiciones, es muy complejo. De ahí que sea urgente que los medios provean a sus reporteros de protocolos de seguridad: qué hacer, qué no hacer, cómo hacerlo, cuándo. La popular pirámide que vimos en las clases de periodismo, pero adaptada a los tiempos violentos.


-¿Cómo haces para no caer en un relato dividido entre buenos y malos? ¿Tienes técnicas y consejos para ello?

No sé si lo he logrado ni quisiera pontificar. Tampoco es fácil no caer en etiquetas cuando en estas historias la maldad es tan mala y, la bondad, en el caso de las víctimas, tan buena. Baste revisar los periódicos de un día en el país.

A lo que me he abocado, y quizá eso conteste a tu pregunta, es a la microhistoria, al mal llamado daño colateral, narrar lo humano dentro de lo inhumano. Mi parámetro es saber tanto del delincuente como de la víctima. Mis entrevistas duran horas. Quiero saber todo, quiero tener todos los detalles, quiero conocer todas las historias en torno a la gran historia. Todo tiene un motivo, nada es porque sí. Todos tienen una historia que contar. Y todos mienten, hasta los buenos.


-Podríamos decir que para tu generación esta es la primera guerra que les toca cubrir ¿Qué diferencia tiene este conflicto con las guerras civiles de Centroamérica, las dictaduras latinoamericanas y el conflicto narco de Colombia?

Qué duda cabe. Nosotros no vivimos la atroz guerra sucia de los 70 en México ni mucho menos los cruentos conflictos centroamericanos, por lo menos la mayoría de nosotros, ni menos las dictaduras feroces del cono sur. La diferencia con nosotros ahora es evidente: no sólo la actitud formal de aquellos Estados enloquecidos por aplastar toda resistencia, sino el número de muertos y de desaparecidos. Pero, dadas la indefensión en la que nos tiene el Estado mexicano y la penetración de la delincuencia en la sociedad, aún nos quedan muchos, lamentablemente, por aportar a la cifra. Será en un futuro a mediano plazo cuando nos percataremos de la magnitud real del desastre por el que estamos atravesando: generaciones perdidas, hijos sin padres, padres sin hijos. Un modo nuevo, y quizá fatalista, de hablar y de ver la vida.

 
-Desde hace un tiempo escribes reseñas literarias para el diario El Norte, del Grupo Reforma. ¿Qué es lo más literario que tiene la guerra del narco de México?

Muchos dirían que nada y que, aunque se podría hablar horas del potencial literario de decenas de anécdotas, así como de libros y películas que han abordado el tema (algunos, muy pocos, la verdad, con una propuesta estética atractiva y que no necesariamente se apega a lo narrado en periódicos), esto es real y tiene características que en términos culturales no necesariamente atrae a muchos: vulgaridad, violencia en extremo, corrupción. Toda la impunidad del mundo.

Sin embargo, atendiendo a tu pregunta, otros opinarían que lo literario reside en la fastuosidad con la que viven ciertos narcos o, por el contrario, su modo austero y hasta folclórico de transitar en clandestinidad. También, en los entresijos de la guerra: los narcos se traicionan todo el tiempo, los traicionan cuerpos policiacos y éstos son traicionados por la delincuencia. Todos se matan con demasiada facilidad y, de la misma forma, son reemplazados por nuevos pobres y codiciosos. Y los métodos de tortura y ejecución han rebasado todo límite.

Desde mi punto de vista, quizá lo literario se encuentre, insisto, en las microhistorias, ésas que son emblemáticas y que representan un mirador extraordinario para alcanzar a visualizar el todo: dolor, esperanza. Crueldad, amor.

Ahora bien, en contraste con cierto tipo de literatura, no conozco una sola historia de narco de la vida real que haya tenido un final feliz.
 

-¿Cuál es la mejor historia de narco que leíste y qué elementos tiene para que la consideres de esa manera?

No la he leído y, si enumero aproximaciones, olvidaré materiales afortunados. Describiré, sin citar, lo que me convence: los que han atravesado al personaje seductor, la versión oficial y la verdad a medias. Aquellos que citaron y no plagiaron. Aquellos que no inventaron, que corroboraron y que fueron valientes.

Afortunadamente, en México, hay muchos autores que respetan su profesión, a sus fuentes y a sus lectores. Y no son sólo los que publican libros sobre el tema. Las grandes historias del narco en el país, de eso no tengo duda, las escriben reporteros mexicanos, todos los días, desde sus trincheras.
 

-¿Cómo ves el futuro de México?

Termino de responder a tus preguntas desde la redacción del periódico Reforma, a días de que se efectuaron unas polémicas elecciones presidenciales, donde ninguno de los candidatos ofreció un plan convincente de seguridad, y desde donde veo las portadas de algunos de los diarios nacionales: muy mal. Sin embargo, la vida también está más allá de lo que dicen los medios. México es una nación fuerte, poderosa, históricamente entre la espada y la pared, con retos innumerables que va venciendo al paso y, al poco, se encuentra con otros nuevos. Si antes fueron las crisis y hoy es la violencia del narcotráfico mañana serán seguramente los desastres ecológicos. O las tres juntas. No lo sé.

Creo en la madurez de la sociedad civil y en el avance de los medios libres. Pero, a la fecha, en lo que se refiere a la inseguridad, nadie me ha podido decir con certeza cómo mi país va a dejar de ser una fábrica de pobres en crecimiento, cuándo terminará el poder absoluto del narcotráfico y qué vamos a hacer cuando vuelvan a casa, si es que esto alguna vez sucede, miles de soldados y policías acostumbrados a lidiar con la corrupción, la traición y la violencia.
 

jueves

Hacia la salida

1
quiero volver de algo / y no sé de qué // me preguntaron dónde había estado / todo este

tiempo / y no contesté porque / llevo mucho sin moverme del mismo sitio // siento que he

caminado demasiado / estoy muy cansado / mas no traigo una sola prueba / ni tengo

conmigo recuerdos // siento que he perdido algo importante / no logro saber qué / ¿acaso

soy el que me extraña desde algún lado? / ¿debí hablar conmigo y convencerme / que

debía volver? // ¿de dónde?


vives / una vida que no es tuya / que no lo será aunque la vivas mucho // hay días en que te

levantas con la certeza / de que no has vuelto / tampoco que te fuiste / pero no hay colillas

afuera de casa / tampoco correspondencia / y sin embargo al despertar / descubres salitre

en tus mejillas / y un montón de dibujos a tu lado / de momentos que no recuerdas

certeza (a ojos cerrados): tú no estás / aquí ni allá


2
Cierro los ojos en mitad de un otoño siniestro, hoy es el día

en que debía perder la vida en otra vida, el oscuro territorio

sin mapa ni geografías. Nada nuevo bajo el sol, quiero decir.

Un espanto, una quiniela no cumplida, un blues bajo la lluvia,

ésa que de niño me hacía llorar pensando que ya era el fin.

Y me repito que le temo a la muerte, que no es la forma

de irse de la vida, uno no puede morir y ya, dejar todo a medias,

inconcluso, desprovisto de palabras, nuestras, de otros para nosotros.

Uno no se puede ir así como así, insisto. Uno no puede salir de escena

sólo porque a alguien superior se le da la gana. Dirán los poetas cínicos

que la muerte es muerte, que ya debiera uno saber de esto, que qué más da

uno menos, pero no es tan sencillo desaparecer completamente.

Queda la nada: la nuestra.




Hojeando


Trece reseñas escritas a la distancia. De no ser por ellas, por la lectura y su escritura, me habría convertido en sombra. Por orden de publicación.


En la vida y en la cancha

La enajenación con la que en países como México se vive el futbol impide en ocasiones ver más allá y apreciar lo que hay en las historias familiares: verdaderas crónicas de amor por una tradición y de comunión entre seres queridos en pos de una camiseta.

Eduardo Sacheri, reconocido seguidor del futbol argentino y autor de la novela en la que se basó la aclamada cinta "El Secreto de Sus Ojos", sabe de ello y por eso ha escrito relatos entrañables en torno a este deporte. Su más reciente novela: Papeles en el Viento, continúa con esta intención.

Publicada en Alfaguara, el autor propone una historia que surge a partir de la muerte de un hincha que invirtió todo su dinero en la compra de un jugador fallido. Al fallecer éste y dejar en el desamparo a su hija, su hermano y dos amigos deciden construir con el futbolista adquirido un mito que permita recuperar la inversión y darle a la niña un mejor futuro.

Sacheri, conocedor del alma, lo es también del mundo apasionante del balompié y de sus métodos irregulares de subsistencia. Esto es, de sus vicios. Sin embargo, lo es más de la narrativa vivaz, hecha a partir del buen oído y de la pluma precisa, que lo lleva a contar una historia que no a cualquiera le podría importar, pero que en esta novela lo intenta porque, más que hablar de futbol, trata de la amistad y de su poder incluso después de la muerte.

Una novela amena para estos días de guardar y, por qué no, previo al Clásico que se celebra hoy y del que la Ciudad hablará, si duda, por mucho tiempo.

Desde el librero

Libro fundamental de José Saramago: El Evangelio Según Jesucristo, publicado por Alfaguara y cuya lectura puede venir bien en estos días.

"Entonces comprendió Jesús que vino traído al engaño como se lleva al cordero al sacrificio, que su vida fue trazada desde el principio de los principios para morir así y, trayéndole la memoria el río de sangre y de sufrimiento que de su lado nacerá e inundará toda la tierra, clamó al cielo abierto donde Dios sonreía, Hombres, perdonadle, porque él no sabe lo que hizo.

"Luego se fue muriendo en medio de un sueño, estaba en Nazaret y oía que su padre le decía, encogiéndose de hombros y sonriendo también, ni yo puedo hacerte todas las preguntas, ni tú puedes darme todas las respuestas. Aún había en él un rastro de vida, cuando sintió que una esponja empapada en agua y vinagre le rozaba los labios, y entonces, mirando hacia abajo, reparó en un hombre que se alejaba con un cubo y una caña al hombro. Ya no llegó a ver, colocado en el suelo, el cuenco negro sobre el que su sangre goteaba".

Estante

·Odio a los Indiferentes, de Antonio Gramsci, reunión de artículos sobre intolerancia y simulación. En el sello Ariel.

·La banalización y la frivolidad bañan al mundo. De eso trata el ensayo La Civilización del Espectáculo, de Mario Vargas Llosa, en Alfaguara.

·En Anagrama, Viajes y Otros Viajes, del recientemente fallecido Antonio Tabucchi, conjunto de escritos que tratan puras travesías.

·Súper recomendable: Éramos Unos Niños, memorias de Patti Smith, ícono del rock. En Lumen.

  

Uno mismo

¿Quiénes somos? ¿En qué medida sobrevivimos a nosotros mismos y terminamos por aceptar el único vehículo que en verdad es nuestro, el cuerpo, en el viaje veloz de la vida?

Guadalupe Nettel habla sobre esto en El Cuerpo en que Nací (Anagrama), autobiografía novelada en que la autora, con un defecto visual de nacimiento, narra su pasado a una silente doctora Sazlavski, quien escucha las problemáticas de la protagonista durante la infancia, sobre todo las consecuencias de llevar un parche para cubrir un lunar, así como sobre el despertar sexual, las difíciles relaciones familiares y las odiseas de la iniciación literaria y de simplemente estar viva y buscar un camino.

Nettel (Ciudad de México, 1973), autora de libros reconocidos como la novela El Huésped y el de relatos Pétalos, hace en El Cuerpo en que Nací un repaso libre por los acontecimientos que la marcaron: los viajes, la prisión de su padre, el rencor de la abuela, el libertinaje adulto. Si bien la escritura, bien lograda, es conmovedora, no está exenta de humor y de una seria reflexión implícita sobre la dignidad de uno mismo y el respeto al otro.

Van las líneas finales: "El cuerpo en que nacimos no es el mismo en el que dejamos al mundo. No me refiero sólo a la infinidad de veces que mutan nuestras células, sino a sus rasgos más distintivos, esos tatuajes y cicatrices que con nuestra personalidad y nuestras convicciones le vamos añadiendo, a tientas, como mejor podemos, sin orientación ni tutorías".

Hace unos años, así parece, la literatura mexicana estaba árida de nuevas voces interesantes. Pero algo pasó que, de un tiempo a esta parte, mucho de lo que se ve en el paisaje es, precisamente, nuevo y seductor: Valeria Luiselli, Antonio Ortuño, Luis Jorge Boone, Antonio Ramos Revillas, Orfa Alarcón, Carlos Velázquez y, más recientemente, Gisela Leal, por citar algunos. Guadalupe Nettel está llamada a encabezar este grupo de autores que, en definitiva, sostendrá la literatura nacional y que ya la enriquece.

Desde el librero

De El Demonio es Parco (2006), aforismos de William Blake publicados por Verdehalago, algunos de ellos:

"Si alguno pudiera desear lo que es incapaz de poseer, la desesperanza deberá ser su hado eterno".

"El águila nunca perdió tanto su tiempo como cuando aceptó aprender del cuervo".

"Si otros no hubiesen sido tontos, nosotros tendríamos que serlo".

"Generalizar es ser un Idiota. Particularizar es la única Distinción del Mérito. El Conocimiento General son esos Conocimientos que poseen los Idiotas".

"Cuando digo cualquier Verdad no es para Convencer a los que no la conocen, sino para defender a aquellos que sí".

Estante

·Nuevo libro en Almadía del poeta José Javier Villarreal: Campo Alaska.

·Sobre la precariedad y la incertidumbre de la existencia moderna: La Vida Líquida, ensayo de Zygmunt Bauman. En Paidós.

·En Tusquets, Por tu Propio Bien, de Alice Miller, en torno a una de las peores violencias: contra la infancia.

·Los Mariachis Asesinos, de Marcial Fernández, con relatos sobre muertes inexplicables en la Ciudad de México. En Ficticia Editorial.

 

Vida líquida

Viéndola desde un punto de vista riguroso, la vida moderna puede afear los hábitos, las costumbres, hasta los rostros. El mundo actual obliga a ser similares, actuar sin trascendencia, ser vapor. Tiende al olvido.

Al respecto, del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, autor de títulos como Mundo Consumo, El Arte de la Vida y La Cultura como Praxis, publicados en Paidós, se edita en este sello Vida Líquida, un compendio de reflexiones en torno a la precariedad, el consumismo y la frivolidad a la que las sociedades modernas someten al individuo.

En su ensayo, el autor advierte: "La velocidad, y no la duración, es lo que importa. A la velocidad correcta, es posible consumir toda la eternidad dentro del presente continuo de la vida terrenal. Al menos, eso es lo que los 'lumpenproletarios espirituales' buscan y esperan conseguir. El truco consiste en comprimir la eternidad de una vida individual".

Algo nos está pasando, afirma Bauman, Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010. La compulsión y las adicciones llevan al ciudadano moderno a la destrucción. El miedo hace que el ciudadano se parapete. Sin conocimientos profundos, sin aviso de eternidad, el hombre sobrevuela sobre su existencia a veces sin saber qué hay más allá de su nariz. Y debe despertar.

Salir de la irrelevancia, pues, grita Bauman. Para eso es su libro. Apunta: "Tan inevitablemente como el agua surge de la coincidencia entre el oxígeno y el hidrógeno, la esperanza se concibe cuando se encuentran la imaginación y el sentido moral".

Desde el librero

Del centenario Bram Stoker, su obra maestra: Drácula. A continuación, uno de sus pasajes.

"No hay duda de que existen los vampiros; algunos de nosotros tenemos evidencias de ello. Incluso, aunque no tuviéramos una prueba en nuestra propia y desdichada experiencia, las informaciones y los datos del pasado aportan pruebas suficientes. Admito que al principio fui escéptico. Si no hubiera sido porque a través de largos años me he entrenado para tener una mentalidad abierta, no habría creído hasta que llegó el momento en que los hechos golpeaban en mi oído: '¡Míralo! ¡Míralo! Lo probamos, lo estamos probando'. Sin embargo, si hubiera sabido al principio lo que sé ahora -si al menos lo hubiera sospechado-, una vida preciosa para todos los que la queríamos, no se hubiera perdido. Pero ya no tiene remedio y ahora debemos trabajar para que no perezcan otras almas que podamos salvar".

Estante

·En Hiperión, La Patria Insomne, de Carmen Boullosa, poesía nacida de los días atroces por los que el País está atravesando.

·Tras 20 años de su publicación, Seix Barral reedita enriquecido el volumen de ensayos El Viajero Más Lento, de Enrique Vila-Matas. La entrevista falsa con Marlon Brando es deliciosa.

·Aún circula en librerías un título que no tiene desperdicio: Trabajos Forzados. Los Otros Oficios de los Escritores, de Daria Galateria. En Impedimenta.

·De ángeles y niñas góticas, El Escritor de Epitafios es otra buena novela de Hernán Rivera Letelier. En Alfaguara.



Contra la historia oficial

Santiago Vidaurri, el caudillo liberal del noreste mexicano, dice Artemio Benavides Hinojosa, fue desterrado por la historia oficial al servicio de mitos, pero en los confines de la leyenda aún perdura en su tierra norteña.

El ex director del Archivo General del Estado sabe de lo que habla: durante años investigó al hombre que soñó con la República de Sierra Madre y que se opuso a Juárez, lo que le costó el destierro de la historiografía.

Sin embargo, el historiador puso en agua fría a la figura polémica y construyó una biografía equilibrada donde lo mismo se habla de su impulso a la economía de Monterrey y su lucha férrea contra los indígenas que su ambición y labor en favor del Segundo Imperio.

El resultado fue Santiago Vidaurri. Caudillo del Noreste Mexicano (1855-1864), que publica Tusquets y que, sin duda, promete ser un éxito de ventas y críticas como lo fue su biografía sobre Bernardo Reyes en el mismo sello. Con temple, rigor y amenidad, Artemio devela las razones del "traidor", porque, así lo escribe, "la tarea del historiador no es exaltar o condenar, sino explicar".

Escribe Benavides, a manera de justificación: "Se ha escrito que aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo. Pero igualmente, en nuestro caso -dados los mitos revolucionarios todavía prevalecientes- se podría decir que aquellos que recuerdan el pasado tan insistentemente pueden ser los que están condenados a repetirlo".

El historiador sabe de la figura polémica a narrar y el debate que provocará entre los lectores. Y propone, implícitamente, leer con ojos nuevos la historia. Bien por él, por su biografía fascinante y por el tamaño de la tarea.

Desde el librero

De Enrique González Martínez, incluido en la Antología de Poesía Mexicana (1810-1914), preparada por José Emilio Pacheco para Promexa Editores, la bella pieza "Mañana, Los Poetas"...

"Mañana, los poetas cantarán en divino / verso que no logramos entonar los de hoy; / nuevas constelaciones darán otro destino / a sus almas inquietas con un nuevo temblor. // Mañana, los poetas seguirán su camino / absortos en ignota y extraña floración, y al oír nuestro canto, con desdén repentino / echarán a los vientos nuestra vieja ilusión.

"Y todo será inútil, y todo será en vano; / será el afán de siempre y el idéntico arcano / y la misma tiniebla dentro del corazón. / Y ante la eterna sombra que surge y se retira, / recogerán del polvo la abandonada lira / y cantarán con ella nuestra misma canción".

Estante

·Tusquets, en su colección de literatura erótica "La Sonrisa Vertical", publica Brama, de David Miklos.

·Fondo de Cultura Económica reedita Porfirio Barba Jacob. Poesía Completa, con prólogo, recopilación y notas de Fernando Vallejo.

·Otro título necesario en la mesita de noche: El Vino que No Acaba, antología poética de Eduardo Lizalde, en Vaso Roto.



Barba Jacob

Fernando Vallejo enumera los títulos con los que a Porfirio Barba Jacob le hubiese gustado denominar su gran libro de poemas: El Corazón Iluminado, El Jardín de las Afrentas, Maín Ximénez, Rosas Negras, La Vida Profunda y Antorchas contra el Viento, entre otros.

Finalmente, Miguel Ángel Osorio, verdadero nombre de Barba Jacob, nunca publicó este libro, aunque en vida el trashumante poeta colombiano llegó a ver recopilaciones de su obra, hechas por iniciativa de terceros, que por cierto no fueron de su completo agrado.

Quién sabe si la Poesía Completa que le edita ahora el Fondo de Cultura Económica lo hubiera satisfecho, pero la coordinó alguien que le conoce bien: el propio Vallejo, novelista transgresor y autor de El Mensajero, biografía del poeta maldito y de múltiples sobrenombres.

Publicada originalmente en 1985 en Colombia, esta Poesía Completa del autor de "Canción del Día Fugitivo" ve de nuevo la luz, ahora en México, enriquecida con un solo fin: reivindicar a uno de los poetas más importantes de aquel país y que Monterrey, sus letras y periodismo le deben tanto. Vallejo presenta una cuidada edición de los poemas en orden cronológico y acompañada con notas que dan buen contexto.

El trabajo de Vallejo fue arduo. Muchos de los poemas de Barba Jacob se encontraban en publicaciones sueltas o volando en la memoria de algunos de sus amigos que acudieron a sus recitales y que tuvieron la ocurrencia de transcribirlos. Así, la obra de Barba Jacob tiene ahora en esta edición un poderoso vehículo, fundamental, que no definitiva, pero sin duda conmueve el mensaje que lleva dicha reunión de poemas: una de las misiones extraordinarias y más nobles de los escritores es promover a otros escritores. A los muertos, a los indispensables.

Va el poema "El Espejo", sin fecha y uno de los tantos emblemáticos: "¿Mi nombre? Tengo muchos: canción, locura, anhelo. / ¿Mi acción? Vi un ave hender la tarde, hender el cielo... / Busqué su huella y sonreí llorando, / y el tiempo fue mis ímpetus domando.

"¿La síntesis? No se supo: un día fecundaré la era / donde me sembrarán. Don Nadie. / Un hombre. Un loco. Nada. / Una sombra inquietante y pasajera. / Un odio. Un grito. Nada. Nada. / ¡Oh desprecio, oh rencor, oh furia, oh rabia! / La vida está de soles diademada...".

Estante

·Anagrama publica dos interesantes títulos: La Ética de la Crueldad, de José Ovejero, Premio de Ensayo de esta editorial, y Porque la Vida No Basta. Encuentros con Miquel Barceló, de Michael Damiano.

·El Percherón Mortal, de John Franklin Bardin, es promocionada como una obra maestra de la novela negra. En Almadía.

·Libro indispensable: Diatriba de la Vida Cotidiana y Otras Derrotas Civiles, de la envidiable pluma de Rafael Pérez Gay. En Cal y Arena.

 

El viaje que será eterno

"Alemania en otoño", "Bioyinventario", "La lengua rota de Céline", "Unas preguntas a Salvador Dalí", "Lo que Brando decía", "¿Existe realmente Borges?"...

Los anteriores son títulos de algunos de los ensayos reunidos en El Viajero Más Lento, de Enrique Vila-Matas, uno de los mejores volúmenes con los que un lector se puede topar cuando quiere saber de vida libresca.

Reeditado por Seix Barral dos décadas después de su lanzamiento, el libro contiene el rico universo del español: humor, melancolía, amor por la literatura y pasión por sus autores. El autor de El Mal de Montano juega con la ficción en el ensayo, lo que permite tener lecturas nuevas sobre diversos temas: por ejemplo, la entrevista falsa a Marlon Brando es una joya.

El libro contiene los textos "El arte de no terminar nada", subtítulo del volumen, y "Café Bénabou". El primero sobre todo, emblemático, determina lo que sería el orbe del autor.

"Tal vez, si se me permite decirlo, quizás, posiblemente haya que ser rematadamente ingenuo para creer que hay libros completos. ¿Quién ha leído enteras, por ejemplo, las escrituras sagradas? Una particularidad del Talmud babilónico es que falta la primera página a cada uno de los tratados que lo componen.

"Preguntando al gran maestro Tabí Leví Yitzhak por el motivo de esa falta que obliga al lector a comenzar por la página dos, respondió: 'Porque, por muchas páginas que lea el estudioso, nunca debe olvidar que no ha alcanzado aún la mismísima primera página'".

Nada es definitivo. Todo es relativo. Lo categórico no cabe en la literatura... A excepción de lo que es evidente: Vila-Matas es un escritor entrañable e imprescindible. Y El Viajero Más Lento, uno de sus libros capitales.

Desde el librero

En la frontera entre novela y diario íntimo, Inferno (Acantilado) es el testimonio de la locura y creatividad de un precursor del arte contemporáneo: el sueco August Strindberg, cuyo fallecimiento ocurrió hace un siglo. De aquel título, un fragmento:

"Cada mañana, cuando paseo en el prado bajo los arces, el inmenso edificio rojo del manicomio me hace pensar en el peligro del que me he librado y en el futuro en caso de una recaída. Swedenborg, al hacerme entender la verdadera naturaleza de los peligros sobrevenidos durante el último año, me ha liberado de los electricistas, los nigromantes, los destructores, los envidiosos fabricantes de oro y de la temida locura. Me ha mostrado el único camino a la salvación: buscar los demonios en sus escondites, dentro de mí, y matarlos mediante... el arrepentimiento.

Estante

- Los Perros del Fin del Mundo, de Homero Aridjis, es una novela que reúne, temerariamente, todo: thriller, inframundo prehispánico, sicarios. En Alfaguara.

- Novela transgresora publicada en el sello Almadía: Purga, de Sofi Oksanen.

- En el mismo sello, Almadía, un título interesante para niños: Libros Imposibles, de Vivian Mansour. Ilustrado.

 

Carlos Fuentes

 
Referencia fundamental de la literatura mexicana, Carlos Fuentes es un pilar de la novela y el ensayo de habla hispana. Es la aportación nacional al boom latinoamericano y, además, la cabeza mediática en su etapa inicial de aquel puñado de innovadores. También, es un modernizador de la novela en el idioma y una figura intelectual que no dudó en salir en defensa de México y de la justicia internacional. y que era escuchado y respetado.

Su muerte inesperada, como la de Carlos Monsiváis, es una pérdida profunda. Si algo parecía cierto era que su Edad del Tiempo, planeación caprichosa de su bibliografía, sería concluida. No fue así: no vio la publicación de los títulos que le restaban y lo último que se sabe es que preparaba sus memorias.

Su primer libro, de relatos, fue Los Días Enmascarados (1954), pero con La Región Más Transparente abrió la puerta en México a la novela urbana y, a la vez, a la verdaderamente moderna. La Muerte de Artemio Cruz cerró con broche de oro y muchos años después la llamada Novela de la Revolución, aunque con un tinte contemporáneo.

Fuentes es un extraordinario cuentista y, como en sus novelas, probó una diversidad de géneros y temas. Es un narrador temerario, no siempre afortunado, que acudió a la elaboración de historias tan apabullantemente complejas, como Terra Nostra, como a otras para las que incluso echaba mano de recursos del melodrama, la picardía y la didáctica histórica. Fuentes es, por mucho, un maestro de historia, de cultura y política; un intelectual, un hombre de mundo y un primerísimo mexicano.

Fuentes es. No fue ni era. Su muerte no interrumpe el placer que brinda su literatura. Fuentes es. Lo será siempre a través de sus libros.

Desde el librero

De la bibliografía de Fuentes se proponen fragmentos de tres de sus libros.

(La Región Más Transparente) "Mi nombre es Ixca Cienfuegos. Nací y vivo en México D.F. Esto no es grave. En México no hay tragedia: todo se vuelve afrenta".

(La Muerte de Artemio Cruz) "Ayer ayer ayer. Ayer Artemio Cruz voló de Hermosillo a México. Sí. Ayer Artemio Cruz... Antes de enfermarse, ayer. Artemio Cruz... No, no se enfermó. Ayer Artemio Cruz estaba en su despacho y se sintió muy enfermo. Ayer no. Esta mañana. Artemio Cruz. No, enfermo no. No, Artemio Cruz no. Otro. En un espejo colocado frente a la cama del enfermo. El otro. Artemio Cruz. Su gemelo. Artemio Cruz está enfermo. El otro. Artemio Cruz está enfermo: no vive: no, vive. Artemio Cruz vivió. Vivió durante algunos años... Años no añoró: años no, no. Vivió durante algunos días. Su gemelo. Artemio Cruz. Su doble. Ayer Artemio Cruz, el que sólo vivió algunos días antes de morir, ayer Artemio Cruz... que soy yo... y es otro... ayer...".

(En Esto Creo) "La muerte es un instante sin fin".

 

Diario de Sontag
 

"Ya sabes dónde están los diarios", le dijo Susan Sontag a su hijo David Rieff al principio de la leucemia que le quitaría la vida, en 2004. Cada dejó dicho la escritora sobre lo que se debía hacer con esos cuadernos. El periodista decidió publicarlos tal cual, con ciertas acotaciones y nombres suprimidos.

Un acierto. Sontag está por entero en Renacida (Mondadori), primer tomo que abarca sus años tempranos, dado que serán tres, y en donde la que sería una de las intelectuales más influyentes de Estados Unidos comenzó a forjar los intereses que la llevarían, en 1963, a publicar su primera novela, El Benefactor, y célebres libros de ensayos como Contra la Interpretación y Ante el Dolor de los Demás.

El diario, cuyo comienzo está marcado en 1947, inicia con la frase "Creo que no hay un dios personal o vida después de la muerte". A partir de ahí, el anecdotario de convicciones y búsquedas priva en este volumen, que comprende hasta 1964.

Sontag aborda sus fieras ambiciones intelectuales, sus recorridos por libros y estudios, sus ideas sobre el feminismo, así como su inicio homosexual y su vida erótica.

Sontag fue una mujer extraordinaria: compleja, inquisitiva, apasionada. Desnuda, en sus diarios lo reflexiona todo y está convencida de su destino intelectual (de ahí que en muchas zonas el libro ofrezca sólo un registro de emociones). Incluso aborda, en cierto momento, su misión de vida: "Escribir es hermoso", apunta. "Se trata de hacer algo que dará placer a los demás más tarde".

Para escribir, afirmó, hay que permitirse ser la persona que no se quiere ser entre todas las que uno es. Sontag así lo hizo en su ficción, mas no en sus diarios, en los que está íntegra.

Por ello, sigue viva y más cercana

Desde el librero

Libro entrañable de Patti Smith: Éramos Unos Niños (Lumen, 2010), donde narra su intensa amistad con el fotógrafo Roberto Mapplethorpe, los 70 y NY.

"Querido Robert: Cuando no puedo dormir, a menudo me pregunto si tú tampoco puedes. ¿Tienes dolor o te sientes solo? Tú me sacaste del periodo más aciago de mi joven vida y compartiste conmigo el sagrado misterio de lo que es ser artista. Aprendí a ver a través de ti y jamás he compuesto un verso ni he dibujado una curva que no provenga de los conocimientos que obtuve en nuestra preciada vida juntos. Tu obra, que emana de una fuente fluida, tiene su origen en la candorosa canción de tu juventud. Entonces hablabas de dar la mano a Dios. Recuerda que, en todo lo que has pasado, siempre has ido de esa mano. Cógela fuerte, Robert, y no la sueltes".

Estante

·Sandra Lorenzano hace una pausa como ensayista y publica en Tusquets la novela Fuga en Mí Menor, sobre música y entuertos familiares.

·Espléndida reunión: Los Poemas del Novelista, de Thomas Hardy, compilado, traducido y comentado por Adolfo Sarabia. En Hiperión.

·Galaxia Gutenberg publica Con Otra Mirada, relatos escritos desde Los Ángeles por Christa Wolf tras la caída del Muro de Berlín. Volumen recomendable.

·Novela breve de Cormac McCarthy sobre la búsqueda de la felicidad: El Sunset Limited, en Mondadori.

 

De la ausencia
 

Cuando cumplió el medio siglo de vida, en el 2009, José Javier Villarreal hizo un alto en su camino y miró hacia sus libros publicados: hablaba entonces de su enfrentamiento con el lenguaje, a partir del cual había podido cantar sueños, batallas, amores y deseos. Situaciones llevadas al extremo del verso y, casi siempre, provocadoras.

Su más reciente libro, Campo Alaska, publicado en el sello Almadía, no es menos complejo, pero sí abre una ventana más amplia a la reflexión, al goce del recuerdo en que la anécdota apenas si es descrita. En comparación con Portuaria, Bíblica, Fábula y La Santa, joyas anteriores, el autor despliega un diálogo aún más interior con fantasmas, soledades, realidades.

El museo de sitio ubicado en Baja California, entidad natal de José Javier, sede de vocaciones diversas y enclavado en una región de temperaturas exageradas, enmarca el espíritu de este conjunto de poemas cuyos primeros versos -lo enfatiza el autor al abrir el volumen y citar a "los que dicen saber"- son dictados por los dioses, en tanto el resto debe ser edificado por el poeta.

El resultado es una sustanciosa y entrañable narrativa de ausencias: evocaciones, personajes que marcaron algún episodio, todos juntos en una misma habitación, como advierte en alguno de los poemas. Desapariciones. El tono por demás íntimo es el camino a seguir, el protagonista.

José Javier comparte un diario de primer orden en el que sencillez y profundidad van de la mano. El lector puede caminar con él por desolados paisajes, internarse en pasados, sitios fantasmagóricos, sentimientos. Porque, como él lo ha dicho, en la ausencia están todos.

Por demás maduro, el autor habrá de saber que entrega un libro-suma, una estrategia contra el olvido, pues equivale a un catálogo de rutas hacia uno mismo. Un gran poemario.

Y José Javier como poeta es hoy, como reza uno de sus textos, "un relámpago consciente de su luz".

Desde el librero

De Los Poemas del Novelista (Hiperión, 2002), del inglés Thomas Hardy, el par de textos que conforman la pieza "Muda Opinión".

"Un reino atravesé considerando / cómo aquellos que hablaban lo hacían fuerte / al expresar sus fines y opiniones / a través de baladas, prensa y púlpitos. / No tuve apenas modo de advertir / un asombro grupo silencioso / que no pensaba igual que aquellos otros / que, acalorados, el clamor izaban.

"Cuando me vi Fantasma, contemplando / aquella tierra que recorrí vivo, / curioso por saber si el final era / corona de los gritos clamorosos, / pude observar como en grandioso fresco / que el resultado de su historia era / no como prometieron los chillones, / sino tal cual los mudos lo pensaron".

Estante

·Aire de Dylan, nueva novela de Enrique Vila-Matas, en Seix Barral.

·Dos compendios necesarios, publicados por el FCE: Contubernio de Espejos. Poemas 1960-1964, de Salvador Elizondo, y Sol Jaguar. Antología de Cuentos sobre México, de Alberto Manguel.

 

Oscuro cuento de hadas

Las grandes novelas suelen ir más allá de sus propias tramas. Algo dicen que nos desata y nos desnuda.

La más reciente de Cristina Rivera Garza, El Mal de la Taiga (Tusquets), tiene una propuesta narrativa tal que, sin saber ni cómo, la breve historia ha concluido y nos ha dejado una serie de certezas. La anécdota comienza cuando un hombre acude con una mujer que fue detective, y que hoy es escritora, para pedirle que busque a su esposa, quien se ha fugado con otro.

La mujer, a la manera del filme "Amélie" (quienes la vieron lo recordarán), le enviaba al antiguo amante, de más edad que ella, cartas, mapas, boletos, transcripciones, copias, sobres. La escritora-detective acepta el reto y, acompañada por un traductor, va en busca de aquellos locos que, internados en algún bosque, disfrutan de su aventura.

El thriller y la historia de amor y desamor se combinan con el cuento de hadas, donde suspenso e imágenes de pesadilla envuelven a la protagonista en una evidente realidad distorsionada. Algo ha sucedido muy grave, o está sucediendo, a la par de la crónica de amor-desamor.

Por otra parte, la propuesta de la autora, sin dejar de ser oscura, ofrece frases reveladoras. Van algunas, entresacadas de la historia: "Cuando decimos adiós, ¿qué es lo que saludamos en realidad?". "Nadie puede saber en realidad por qué se va de casa, ni siquiera, o sobre todo, el que se va". "Jamás lo lejos arremetió tan cerca".

Rivera Garza apunta, al final de la novela, un playlist con qué acompañar la lectura. O que, en su caso, habrá inspirado la escritura. Una novela recomendable, como suelen ser los libros de esta autora.

Desde el librero

Del recientemente fallecido Ray Bradbury, un fragmento de su obra maestra Fahrenheit 451:

"Con su casco simbólico en que aparecía grabado el número 451 bien plantado sobre su impasible cabeza y sus ojos convertidos en una llama anaranjada ante el pensamiento de lo que iba a ocurrir, encendió el deflagrador y la casa quedo rodeada por un fuego devorador que inflamó el cielo del atardecer con colores rojos, amarillos y negros. El hombre avanzó entre un enjambre de luciérnagas. Quería, por encima de todo, como en el antiguo juego, empujar a un malvavisco hacia la hoguera, en tanto que los libros, semejantes a palomas aleteantes, morían en el porche y el jardín de la casa; en tanto que los libros se elevaban convertidos en torbellinos incandescentes y eran aventados por un aire que el incendio ennegrecía".

Estante

· Del autor israelí David Grossman pueden encontrarse en librerías dos obras esenciales: la novela descomunal La Vida Entera, en Lumen, y el de ensayos Escribir en la Oscuridad, en Debate.

· En Hiperión, libro exquisito el de 55 Poemas, de Emily Dickinson, selección a cargo de Alberto Blanco, quien eligió un poema por cada año que vivió la estadounidense. Completa el volumen el poemario Amherst Suite, del propio Blanco, dedicado al sitio donde ella pasó su existencia.

·Nueva novela de Amélie Nothomb: Una Forma de Vida. En Anagrama.

 

Memoria del Tigre

Eduardo Lizalde (DF, 1929) es uno de los poetas fundamentales de la literatura nacional. Por mencionar el momento que, él mismo ha dicho, fue el de la aparición de su verdadera voz, El Tigre en la Casa, publicado en 1970, sigue fascinando tanto o más que a sus primeros lectores.

Sin embargo, su obra poética comprende otros títulos exquisitos: Cada Cosa es Babel, su primer libro (1966), La Zorra Enferma (1974), Tabernarios y Eróticos (1989), entre muchos otros. De ahí la relevancia de la antología El Vino que No Acaba, publicado por Vaso Roto, que reúne lo mejor de su poesía entre 1966 y 2011.

Seleccionada por Marco Antonio Campos y con prólogo de Jenaro Talens, la antología muestra el músculo y sensibilidad de Lizalde, "lo Babel y religioso", enfatizan los editores, así como sus influencias más determinantes: Blake, Rilke, Machado y Pellicer.

Explica Talens en su introducción: "Si algo ha caracterizado la poesía de Eduardo Lizalde (...) desde sus inicios es la capacidad de reinventarse en cada nuevo libro o, lo que es lo mismo, su propuesta de una escritura basada en un sujeto móvil, en continuo proceso de desplazamiento y transformación y, en consecuencia, siempre consciente de la precariedad de cuanto lo constituye como tal".

Todos los buenos autores debieran ser leídos casi con la misma pasión, se insiste, como la de sus primeros lectores. Este esfuerzo en torno a la obra de Lizalde cumple con ello y confirma el tamaño del poeta.

Entre otros títulos recientes de su catálogo, Vaso Roto ha publicado La Vida Callada de Federico Mompou, de Clara Janés; Cefalonia, de Luigi Ballerini; Sepelio en Tebas, de Seamus Heaney; Un Minuto de Retraso sobre lo Real, de Abbas Beydoun, y La Ciudad de los Constructores de Violines, de Henrik Nordbrandt.

Desde el librero

Junto a "Otra Vuelta de Tuerca", "Los Papeles de Aspern" es una de las novelas más famosas y emblemáticas de Henry James. Aquí un fragmento, de la edición de Alba, sobre esta historia de un editor que se sumerge en el mundo fantasmagórico de un poeta difunto, con la ayuda de una antigua musa.

"Me miró como si se asomara a la boca de una cueva.

"-¿Es que no vende los libros que escribe?

"¿Quiere decir si la gente no los compra? Un poco, muy poco. no tanto como yo quisiera. Escribir libros, a menos de que uno sea un genio (¡incluso en este caso!), es el peor camino para hacer fortuna. Creo que la buena literatura no da dinero".

Estante

· Magis es una de las mejores revistas editadas por una universidad en México, en este caso por el ITESO. En su número más reciente publica un interesante artículo sobre la líder estudiantil Camila Vallejo y un perfil del indestructible sacerdote Alejandro Solalinde.

· Sexto Piso publica una edición estupenda: Nietzsche, ilustrada y basada en la biografía de uno de los expertos en el filósofo alemán, Michel Onfray.

· Personas, libro de Carlos Fuentes publicado únicamente en inglés, circulará en breve en español bajo el sello Alfaguara. Reúne semblanzas.
 

Tabucchi de viaje


"Me gustaba mucho leer el viaje en los rostros de los demás", escribió alguna vez el autor italiano Antonio Tabucchi, y es significativo que su último libro publicado en español antes de morir haya sido precisamente de lugares y tránsitos: Viajes y Otros Viajes (Anagrama).

El autor de Sostiene Pereira y La Cabeza Perdida de Damasceno Monteiro aborda en este libro una suerte de diario de viajes, los cuales, explica, le permitieron sortear el peligroso equívoco de creer, al pisar el mismo suelo toda la vida, que uno es dueño de esta tierra cuando en realidad todo en la vida es préstamo.

Brasil, Grecia, Francia, México... Tabucchi despliega en una narrativa sencilla y entrañable estampas de lugares extraordinarios, literarios, e invita no únicamente a visitar sitios reales, sino también los imaginarios, aquellos que acontecen al estar en otros y que enriquecen la existencia, porque como él lo escribe: "La vida es una música que se desvanece en cuanto la has interpretado" y lo que queda es el recuerdo vivo, también el sueño.

Faltaron, apunta, aquellos viajes más extraordinarios: los que no había hecho y los que nunca podría hacer. También los que permanecían sin escribir o "encerrados en su propio alfabeto secreto bajo los párpados, por las noches". La vida, sin embargo, lo llevaría a emprender el viaje más largo; el mayor, el más espléndido.

Un libro sobre viajes para emprender a la vez muchos, incluso sin andar trecho alguno. Un título escrito al calor no sólo del recuerdo, sino de la vida plena, y que evoca las palabras de uno de los autores favoritos de Tabucchi, Fernando Pessoa: "Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos". Claro.

Desde el librero

El Hombre en Busca de Sentido es un libro fundamental del siglo 20, escrito por el psiquiatra y escritor Viktor Frankl, interno durante tres años en campos de concentración. Va un fragmento de la edición publicada por Herder:

"Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud frente a la vida. Debemos aprender por nosotros mismos, y también enseñar a los hombres desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros. Dejemos de interrogarnos sobre el sentido de la vida y, en cambio, pensemos en lo que la existencia nos reclama continua e incesantemente. Y respondamos no con palabras, ni con meditaciones, sino con el valor y la conducta recta y adecuada.

"En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la existencia nos plantea, cumplir con las obligaciones que la vida nos asigna a cada uno en cada instante particular".

Estante

- En FCE, Señales Debidas, lecturas biográficas del imprescindible Guillermo Sheridan.

- En Busca de un Lugar Habitable, ensayo sobre el libro en el ocaso del humanismo, de Guillermo Fadanelli. En Almadía. También en esta editorial, El Libro de las Explicaciones, ensayos fascinantes de Tedi López Mills.

- En Sexto Piso, una joya de novela, como las que suele entregar Mario Bellatin: El Libro Uruguayo de los Muertos.


Lecturas
 
Hay dos títulos interesantes en librerías en torno al oficio del escritor: Lecturas de mí Mismo, de Philip Roth, publicado por Mondadori, y Escribir en la Oscuridad, de David Grossman, de Editorial Debate.

En el primero, el autor de El Mal de Portnoy reúne entrevistas, ensayos y artículos en los que aborda temas como la narrativa estadounidense, los judíos y hasta el beisbol. La larga entrevista que le realizó la Paris Review es reveladora.

En el libro de Grossman, autor de la monumental La Vida Entera, se compilan conferencias sobre literatura y política. Dos de ellas muy recomendables: "Escribir en una zona de catástrofe" y "Libros que me han hablado". Está por demás hablar del origen de ambos autores.

Roth (quien dedica este libro a Saul Bellow, "el 'otro' al que he leído desde el comienzo con el placer y la admiración más profundos") revela en estos trabajos, así lo reconoce, un interés constante por la relación entre el mundo escrito y el no escrito, entre imaginación y realidad o entre arte y vida, donde sus arcanos quedan expuestos: la razón de la comedia en algunos pasajes, por ejemplo, y sus mayores polémicas, como su actitud crítica. El natural candidato al Nobel despliega sabiduría y lecciones enriquecedoras. Va una: "Una literatura que tiene la desgracia de permanecer aislada en la clandestinidad durante demasiado tiempo se convertirá inevitablemente en provinciana, atrasada, incluso ingenua, a pesar del caudal de oscura experiencia que pueda inspirarla".

A su vez, Grossman, quien vive en Jerusalén y es un destacado activista por la paz, abre sus intervenciones con una afirmación determinante sobre su espíritu:

"...Cuando escribimos, sentimos que el mundo se mueve, es flexible y está lleno de posibilidades. Ciertamente no está congelado. Dondequiera que haya existencia humana no hay congelación ni paralización. Escribo y el mundo no se cierra sobre mí ni se estrecha".

Ricas lecturas, profundas, para estos días de descanso y reflexión.

Desde el librero

Del esencial Trilce (Juan Pablos Editor), de César Vallejo, el Poema 68 que cae como anillo al dedo y cuya última palabra, cabe la mención, va vertical:

"Estamos a catorce de Julio. / Son las cinco de la tarde. Llueve en toda / una tercera esquina de papel secante. / Y llueve más de abajo ay para arriba. // Dos lagunas las manos avanzan / de diez en fondo, / desde un martes cenagoso que ha seis días / está en los lagrimales helado.//

"Se ha degollado una semana / con las más agudas caídas; hase hecho / todo lo que puede hacer miserable genial / en gran taberna sin rieles. Ahora estamos / bien, con esta lluvia que nos lava / y nos alegra y nos hace gracia suave. //

Hemos a peso bruto caminado, y, de un solo desafío, / blanqueó nuestra pureza de animales. / Y preguntamos por el eterno amor, / por el encuentro absoluto, / por cuanto pasa de aquí para allá. / Y respondimos desde dónde los míos no son los tuyos / desde qué hora el bordón, al ser portado, / sustenta y no es sustentado. (Neto.) //

"Y era negro, colgado en un rincón, / sin proferir ni jota, mi paletó / atodastA".